17 de septiembre de 2012

BUDAPEST I: Buda

8 de la mañana. Suena el despertador. Hace apenas unas horas que pisamos por primera vez Budapest. La llegada ayer desde Madrid fue lenta, demasiado larga, ya que debido al elevado precio de los billetes directos, nos vimos obligados a coger dos aviones para reducir gastos. El primero nos llevaría con Ryanair desde Madrid a Milán, con el tiempo justo para pasar el control de seguridad, cenar en el mc donald del aeropuerto y coger nuestro segundo avión, este de la compañía wizz air. A las 12 de la noche llegábamos por fin al aeropuerto de Budapest. Tres medios de transporte lo conectan con la ciudad: taxi, minibús y autobús público 117. Sin embargo este último sólo circula hasta las 22.00, por lo que optamos por la opción del minibús (Airport Shuttle). El precio es de 9.50E por persona siendo menos de 3, o 7E si sois más de 3. 

Minutos más tarde el minibús nos dejaba en la puerta del Wombat City Hostel Budapest. De este hostal solo podemos decir que se lo recomendamos a todos los viajeros: todo completamente nuevo, habitaciones amplias y limpias, trabajadores jóvenes muy simpáticos,  grandes zonas comunes y una buena ubicación.

Nuestro día comienza con un copioso desayuno en el hostal por 800 ft, tras el cual ponemos rumbo al Parlamento, primera visita del día. Se trata sin duda del edificio más conocido de Budapest, de una belleza indescriptible. Fue construido entre 1884 y 1902 según los planos de Imre Steindl. Cuenta con una estructura simétrica para albergar un parlamento bicameral.

Tras una pequeña cola conseguimos nuestras entradas para las 12.45 (nada que ver con los carteles informativos que indicaban que sería a las 11.30). El acceso es gratuito para ciudadanos de la Unión Europea.














































Para aprovechar el tiempo al máximo decidimos esperar a la hora de entrada dando un paseo por la isla Margarita, un parque público ubicado en una isla en medio del Danubio a la que la gente acude a hacer deporte o simplemente a pasear y montar en bicicleta.













La visita al Parlamento, que dura aproximadamente 45 minutos, comienza subiendo por la alfombra roja de la escalera principal, con una impresionante decoración en mármol y oro. No menos importante es la sala de la cúpula en la que, custodiadas por varios guardias, se encuentran las joyas de coronación de Hungría: la corona, el cetro y la espada de San Esteban, primer rey de Hungría. La última sala que visitamos es la antigua cámara alta, hoy en día utilizada sólo con fines turísticos. 




Llama nuestra atención unos objetos ubicados frente a la puerta del hemiciclo, que la guía nos explica que son ceniceros numerados en los que los parlamentarios dejaban apoyados sus puros encendidos para salir a disfrutar de ellos durante los descansos de las largas sesiones. Otro aspecto importante es el novedoso sistema de aire acondicionado y calefacción del edificio, de principios del siglo XX, en uso practicamente hasta la actualidad.






















Una vez terminada la visita cruzamos el río por el puente Margaret (Margid hid) para disfrutar de las vistas del parlamento desde la otra orilla. Aprovechamos para comer unos bocatas en la plaza Batthyány antes de comenzar la subida al distrito del castillo.






















A través de la calle Batthyány (Batthyány utca) llegamos a la Plaza de la Puerta de Viena (Bécsi kapu tér). Callejeamos hasta llegar a la iglesia de San Matías (Mátyás templom), de estilo neogótico, cuyo interior nos decepciona enormemente, pues se encuentra completamente en obras. Detrás del templo se encuentra el Bastión de los Pescadores, un mirador situado en la colina de Buda desde el que se contempla una de las mejores vistas de la ciudad. Recibe su nombre del grupo de pescadores encargados de defender este enclave durante la Edad Media. Pagar por subir no merece mucho la pena, ya que las vistas pagando o sin pagar eran prácticamente las mismas. (Precio por la iglesia y el bastión de los pescadores 2000 ft, aproximadamente 7.15€).



























En la cima de la colina se alza el castillo de Buda, antigua residencia de los reyes húngaros. Poco tiene que ver su imagen actual con la que tenía en un principio, ya que ha sufrido muchas restauraciones y remodelaciones a causa del deterioro sufrido tras numerosas batallas. Actualmente alberga la Biblioteca Scechenyi, la Galería Nacional Húngara y el Museo de Historia de Budapest.

























































































































Aunque nuestra idea inicial era decender en el Funicular Budavári Sickló, finalmente bajamos por las escaleras porque el precio nos pareció excesivo (cerca de 4 €). Se tarda unos 10, 15 minutos en llegar al mismo punto.
























Cruzamos el río por el Puente de las Cadenas, el más antiguo de Budapest. Hasta su construcción el Danubio sólo se podía atravesar en barco o, durante los inviernos fríos, caminando sobre sus aguas heladas.





















De vuelta en el albergue aprovechamos para cenar y descansar, haciendo tiempo para que pare de llover.  Nos hemos librado de un chaparrón por los pelos. Nos tomamos nuestra bebida de bienvenida en el bar, una cervecita con mucho ambiente. La lluvia no cesa, así que con nuestro paraguas y muchas ganas salimos a conocer Budapest de noche.
Sin duda merece la pena mojarse por ver el puente de las cadenas iluminado, la imagen del Palacio de Buda en lo alto de la colina o la majestuosa imagen del parlamento al otro lado del río. Simplemente la mejor manera de terminar un gran día.






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