13 de abril de 2013

Praga I: la ciudad de las cien torres


Empezamos el día cruzando el Puente de Carlos, el más antiguo de los puentes de Praga, lugar muy transitado por artistas y comerciantes. Atraviesa el río Moldava uniendo la Ciudad Vieja (Staré Mesto) con la Ciudad Pequeña (Malá Strana), hacia la que nos dirigimos. Con más de 500 metros de largo y 10 de ancho, se encuentra decorado por 30 esculturas de estilo barroco de personajes religiosos, la mayoría de las cuales fueron construidas alrededor de 1700. El puente está custodiado por  tres torres, dos situadas en la Ciudad Pequeña y una en la Ciudad Vieja.









































A lo largo del puente Carlos podemos encontrar gran variedad de artistas, como pintores, cantantes ó músicos... Nos llamo la atención un hombre que era capaz de tocar multitud de instrumentos con las diferentes partes del cuerpo, gracias una pequeña obra de ingeniería realizada.


Ponemos rumbo al barrio de Hradcany, en lo alto de la colina de la ciudad, para visitar el Castillo de Praga, el más grande del mundo. Está formado por un conjunto de palacios y edificios religiosos de distintos estilos arquitectónicos, conectados por pintorescas calles y patios. El precio de la entrada depende de los edificios que vayamos a visitar, ya que podemos elegir entre una visita larga o corta. Nosotros optamos por la visita corta, que incluye la Catedral de San Vito, el Antiguo Palacio Real, la Basílica de San Jorge, el Callejón del Oro y la Torre Daliborka.











































Empezamos nuestro recorrido por la Catedral de San Vito, de estilo gótico, que fue el lugar de coronación de los reyes de Bohemia. Tanto su exterior como su interior son impresionantes. Continuamos hacia el Antiguo Palacio Real, donde cabe destacar la Sala Vladislao, con su bóveda nervada (precio fotos 55 kc).
































































Tras visitar la Basílica de San Jorge (totalmente rehabilitada) y su convento, llegamos al Callejón del Oro, una calle estrecha, formada por pequeñas casas de colores que fueron construidas en los muros del castillo. Aunque en un principio se construyeron con la intención de alojar a los guardianes del castillo, posteriormente fueron ocupadas por el gremio de los orfebres. Actualmente son pequeñas tiendas de artesanos que venden productos típicos.






















Antes de abandonar el complejo del Castillo de Praga nos acercamos a ver los Jardines Reales, que se extienden al Norte del mismo.

Volvemos al primer patio del Castillo para asistir al cambio de guardia, todos los días a las 12.00.











































Una vez finaliza nos dirigimos hacia El Loreto, lugar de peregrinaje desde hace más de 300 años. Además de una iglesia, un claustro y varias capillas, cuenta en su interior con una réplica de la Santa Casa, donde tuvo lugar la Anunciación a la Virgen María. Nosotros nos quedamos con las ganas de entrar, porque cuando llegamos habían cerrado, y no abrían hasta una hora después.











































No podíamos perder tiempo, así que dedicimos continuar hacia la parte superior del barrio, para llegar al monasterio de Strahov. La visita de su biblioteca, de estilo barroco temprano, es imprescindible (precio 50 kc).

Nuestra intención inicial era seguir hacia el Petlin y bajar por el funicular, pero como todos los edificios cierran muy pronto (sobre las 17.00) decidimos dejar la visita para la tarde.  En el camino de vuelta nos encontramos con una iglesia reconvertida en hotel.











































Empezamos a bajar en dirección al Puente Carlos, pero antes de llegar nos desviamos para visitar la iglesia de San Nicolás, de estilo barroco. Su interior, de colores rosas y verdes, está repleto de pinturas y esculturas de varios autores barrocos. Sorprende la visión que se tiene desde su planta superior, a la que se accede por la nave de la izquierda.















































































Ya de vuelta en la Ciudad Vieja nos dirigimos al Clementinum, uno de los complejos arquitectónicos más grandes de Europa, segundo más grande de Praga después del Castillo. La visita es guiada, y dura aproximadamente 40 minutos. Tras visitar la capilla de los espejos se sube a la impresionante biblioteca, a la que desgraciadamente no se puede acceder, solo te dejan asomarte desde la puerta. A continuación se inicia la ascensión a la Torre Astronómica con varias paradas intermedias en las que se muestran elementos de medición y estudios astronómicos. Desde lo alto de la torre se tienen unas vistas 360º de toda la ciudad (precio 140 kc).






















Después de la visita decidimos tomarnos un descanso y buscar un sitio donde comer.

Nuestra primera visita por la tarde es a la Plaza de la Ciudad Vieja, sin duda uno de lugares más bonitos de la ciudad. La variedad de estilos arquitectónicos presentes, desde el gótico de la Iglesia de Nuestra Señora de Týn, hasta el barroco de la Iglesia de San Nicolás, así como sus coloridas fachadas, la hacen única. Recomendamos hacer una visita a la plaza a primera hora, ya que se puede disfrutar de ella sin la masificación que se produce a lo largo del día.

Uno de los edificios más famosos de esta plaza es el Ayuntamiento ya que en su torre, de estilo gótico, se encuentra el Reloj Astronómico, considerado el reloj medieval más famoso del mundo. Desde lo alto de la torre (precio por subir, 55 kc), de 60 metros de altura, podemos contemplar el casco antiguo de la cuidad. Una vez descendimos esperamos a que fuesen en punto, ya que a esa hora desfilan los 12 apóstoles por las ventanas del reloj, acompañados por las campanas que toca el esqueleto.





















































Justo al lado del Ayuntamiento está la casa U Minuty, decorada con la técnica del esgrafiado. Los dibujos ilustran temas muy variados, como reyes, personajes bíblicos o mitológicos.

Continuamos nuestra visita por la plaza, donde nos llaman la atención sus coloridas fachadas de tonos pastel, cada una con un estilo propio correspondiente a distintas épocas. Las más bonitas se encuentran en la fachada sur, donde destaca la Casa Storch con frescos que representan, entre otros, a San Wenceslao montando a caballo.





















La Iglesia de Nuestra Señora de Týn, con sus dos torres góticas de más 80 metros de altura, es otro de los edificios más singulares de la plaza. Ubicada entre viviendas y estrechas callejuelas, es difícil apreciar las dimensiones del edificio, con 52 metros de largo y 28 de ancho. A la entrada principal del edificio, que queda oculta tras un par de casas, podemos acceder a través de un pasaje en las arcadas, o por una de las calles laterales.











































A la izquierda de la iglesia se encuentra el Palacio Golz-Kinsky, con una vistosa fachada rococó en tonos rosas. Tuvo distintos dueños, pertenecientes a la nobleza, que hicieron ampliaciones y remodelaciones. Actualmente el edificio pertenece a la Galería Nacional de Praga, y alberga exposiciones de artes gráficas checas. Junto al palacio se encuentra la Casa de la campana de piedra, uno de los edificios medievales más antiguos de Praga.

El centro de la plaza está dominado por la escultura a Jan Hus, importante personaje en la historia religiosa y política de Praga.
















Salimos de la plaza por la calle Celetná para dirigirnos a la Torre de la Pólvora, de estilo gótico y totalmente ennegrecida. Durante la Edad Media era una de las 13 puertas de la muralla fortificada. Posteriormente, en el siglo XVIII, fue utilizada para almacenar pólvora, de ahí su denominación actual. Ubicada junto a la torre está la Casa Municipal, de estilo Art Nouveau.






















Desde este punto de inicia la calle peatonal Na Prikope, que desemboca más adelante en la calle Narodni. Este recorrido es muy interesante, ya que podemos encontrar gran cantidad de edificios del movimiento art nouveau. Al final de la calle se encuentra el Teatro Nacional, pero apenas pudimos verlo ya que estaba en obras.


Cruzamos el Puente Legii, desde el que se tienen unas bonitas vistas del puente Carlos, para coger el funicular que sube a la cima del monte Petrin (el precio del billete es el de un viaje en transporte público).




















Una vez arriba, a unos tres minutos andando del funicular y rodeada de jardines, se encuentra la Torre Eiffel, el mirador más alto de Praga (precio de 55 kc para subir andando. Si quieres subir en ascensor 55 kc más). El parecido con la torre parisina no es casual, ya que se construyó dos años después, en 1891, para la Exposición Nacional de Praga. Merece la pena contemplar un atardecer desde lo alto, ya que las vistas del río Moldova, de sus puentes y de toda la cuidad son espectaculares.





















Cuando bajamos ya estaba anocheciendo, pero aún nos quedaba una última parada antes de irnos a descansar. Queríamos visitar la isla Kampa, justo debajo del Puente Carlos, bañada por el riachuelo Certovka, el río del Diablo. Saliendo de la Isla Kampa por el puente del Molino del Gran Prior, repleto de candados, se llega a la Plaza del Gran Priorato, donde se encuentra el muro de John Lennon, monumento a la libertad de expresión. El origen del muro se remonta a 1980, año en el que John Lennon fue asesinado. Se convirtió en un héroe para muchos jóvenes, que decidieron retratarlo en esta pared, junto a numerosos pintadas con mensajes pacifistas. Aunque las autoridades trataban de blanquear el muro una y otra vez, los mensajes volvían a aparecer, acompañados de dibujos de flores, o pedazos de canciones de los Beatles.

No hay comentarios:

Publicar un comentario